miércoles, 30 de enero de 2008

Letra para mí

Es extraño como uno puede escuchar las mismas palabras todos los días, y no entenderlas nunca. Como podemos escuchar la misma canción siempre, y no sentirla.

No fue hoy, fue hace algunos días atrás, cuando me dirigía a una nueva aventura en la ciudad y decidí abordar un tren. Sola, sin compañía, me sentí libre después de mucho, por fin podía escuchar música con los audífonos a todo volumen, no tenía que preocuparme si había semáforo en rojo o niños cruzando la pista; aproveché el momento de libertad y me concentré en una de mis canciones favoritas desde hace cinco o seis años. 

El paisaje que veía por la ventana era gélido y tierno, plantaciones cubiertas de nieve volaban a mi lado mientras mi canción favorita empezaba a taladrar mis tímpanos. Cuando estoy sensible, todas las canciones son para mí, todos los dichos y refranes se aplican a mi vida, todos sentimos eso siempre -bueno, eso creo-  sin embargo los días sensibles ya habían terminado, los refranes no calaban más, y las canciones sólo eran eso, canciones.

Mi canción favorita terminó, y por inercia la repetí, cuando terminó la volví a repetir, y lo seguí haciendo hasta que llegué a mi destino final. Bajé del tren entre tonta y estúpida, he escuchado esa canción durante casi seis años, es de esas canciones que puedes escuchar siempre y nunca te aburres, y así lo hice, por épocas la escuchaba más seguido, en tiempos de calma lo hacía con menos frecuencia, pero siempre recurría a ella, como si fuera una pastilla que calma cualquier crisis de ansiedad, siempre me refugié en ella, nunca supe el por qué, simplemente lo hacía. Ese día en el tren me di cuenta de algo, la escuché siempre, fue  consuelo para mi alma en mis días de nostalgia, quizás la melodía o la rima me tranquilizaban, pero nunca antes había sentido la letra, ese día, mientras los caminos blancos volaban a mi lado escuché un resumen de lo que había sentido durante los últimos años, mis gritos de silencio, mi vida en esa letra. 
 
Pablo no me conoce ni yo a él, sin embargo logró traspasar mis oídos y toco un punto más sensible en mí. Ese día, cuando bajaba del tren, me di cuenta que aquella ya no era mi canción favorita, sino que simplemente era mi canción. 

martes, 22 de enero de 2008

Memorex para la picona...

Hace algunas semanas, conversando con una compañera del trabajo, le conté mi actual drama. Tengo problemas de memoria, no recuerdo que cosas he hecho el día anterior, ni tampoco los temas de los que he conversado. 
Para mí es una verdadera tragedia, nunca antes me había pasado algo así...  le confié mis dudas y  preocupaciones, a las que ella respondió de una forma rata, cruel, y canalla: ¿De qué te preocupas? eso es normal, a mi me pasa todo el tiempo, mira, si no afecta tu vida diaria, no te hagas bolas.
Cambiamos de tema, hablamos de las compras de final de semana,  me contó que necesitaba hacer unas compras especiales, me ofrecí a llevarla, pues mi compañera no tiene carro, y después de eso terminó la conversación y me fui a mi casa, y como es de imaginar, al día siguiente olvidé todo...
El lunes me di cuenta que algo no andaba bien, nada bien, muy mal para ser sinceros, conversiones cortas, muy cortas, en realidad cortantes. Por ahí algún flash me hizo recordar algo, y ohhh era lunes, y se suponía que el sábado -pasado- tenía que llevar a mi amiga a hacer sus compras, pero, bueno, ella no me llamó, y como es normal, yo lo olvidé.

Llegué a la conclusión de que mi compañera tenía la razón, no me debo hacer bolas por mi falta de memoria, no afecta mi vida, en realidad afecta la de los otros... pero ese no es mi problema! ¿si o no?

lunes, 21 de enero de 2008

Al final...


En los momentos que tu alma no se sincroniza, el amor vale nada, buscas consuelo en falsos abrigos y valor en antiguos amigos...

sábado, 19 de enero de 2008

Buenas personas...


Existen almas caritativas, las que en su afán de mantener un buen juicio, logran matar cualquier clase de inspiración.

“No es feliz quien hace lo que quiere, sino aquél que quiere lo que hace.” Mt. 32, 34


¿Por qué Sasha es feliz?, me lo pregunto todas las mañanas cuando me levanto y me da la bienvenida, llora de la alegría, parece que no me hubiera visto en años, y me  vuelvo a preguntar lo mismo por las noches, cuando después de más de diez horas de abandono, me vuelve a recibir con la misma felicidad de la mañana.

 ¿Sasha es realmente feliz?, no puede entrar en mi cabeza que la vida de perro pueda ser felicidad. Sasha es una beagle de año y medio, desde agosto del 2006 vive conmigo, me ha alegrado fielmente cada mañana y ha consolado con toda su alegría y travesuras mi paso por estas lejanas tierras cada noche.

 ¿Vida de perro?, no creo que tenga una mala vida, tiene toda la comida que quiere, los dulces caninos más apetecibles, tiene buen cuidado, veterinario, baños semanales,  toda la atención que puedo prestarle, y todo el cariño que tengo para darle. Pero he de confesar mi cargo de conciencia, no tengo mucho tiempo para ella. Mis horas son limitadas, sólo dispongo de 3 horas diarias en promedio, y las tengo que dividir entre las labores de la casa, mis cosas, el msn, llamar a casa, familiares por aquí, y con ella.

 La falta de tiempo que le dedico no me desconcierta tanto como su lealtad, a pesar de no estar siempre con ella, ella siempre está conmigo. No hace todo lo que quiere, no se lo puedo permitir, ya lo he hecho en algunas ocasiones, con resultados no muy agradables. Sasha no duerme en mi cama, pero me espera en la puerta de mi cuarto todas las mañanas, no es muy cariñosa, pero cada vez que estoy triste se sienta sobre mis piernas y me ataca a besos, y se deja acariciar las orejas y la cabeza, normalmente es un terremoto, pero cuando me duele la barriga se sienta a mi lado o sobre mi panza. Sasha es feliz, no sé por qué, y ella no sabe por qué yo no soy feliz. La frase de Mateo me ha acompañado desde el año pasado, me pregunte si alguna vez he hecho algo que he amado, creo que sí, y es por eso mi actual tristeza.

Sasha no hace lo que todo perro quiere, que es destrozar la casa; ella se mantiene fiel al lado de su amo, que es lo que todo perro ama, creo que por eso ella es feliz.

jueves, 17 de enero de 2008

El jefe siempre tiene la razón...

El jefe de la línea se acerca a una de las muchachas y le pregunta: ¿Cuántas cajas vas mandando hasta ahora?

La muchacha contesta: Con las cuatro que están en el suelo van veinticinco.

El jefe le dice: no hagas las cuatro que están en el suelo, déjalo en veintitrés.

La muchacha pregunta de nuevo, pues teme no haber escuchado bien: ¿Veintitrés?

El jefe responde: claro veintitrés!

La muchacha: 25 menos 4 es 23???

El jefe: claro que si!

 

ok... el jefe, siempre tiene la razón!